En estas líneas abordaré el acto de mentir en los niños desde un punto de
vista general y luego, desde una perspectiva particular, cómo la vemos los
adultos, y cómo impacta en nosotros.
La importancia de poder, como adultos, analizar y descubrir las
motivaciones por las cuales un niño acude a la mentira como medio o instrumento
para lograr algo.
Y por último, entenderla desde dentro de la mente de un niño y el por qué
de ellas: cómo a una misma conducta mentirosa pueden corresponder diferentes
motivaciones.
En términos generales:
Desde la perspectiva
del adulto
podemos señalar que la mentira es un acto social.
El fin es engañar al otro. Por eso se distingue del error.
En lo que entendemos por acto mentiroso, por parte
del que lo lleva a cabo podemos decir que hay intención de mentir.
Y lo importante es que para que sea una mentira, el
otro no debe darse cuenta. Mintiendo se infringe la regla.
Señalamos dos condiciones para la construcción de
la mentira: Conocer lo real y construir lo imaginario (para construir la fábula
de la mentira se necesita la imaginación)
Si queremos responder más adecuadamente al acto
mentiroso de un niño, debemos por un momento dejar de lado el aspecto moral de
la mentira.
Con esto quiero decir que en la vida cometemos
mentiras de todo tipo que no parecen tener fines reprobables o motivaciones condenables,
sino más bien dignas de comprender para saber cómo actuar en consecuencia.
Como
adultos, lo que más nos preocupa es la violación de las
reglas y el orden establecido socialmente que se genera con la
mentira, Y por sobre todo, que se debilita la confianza en
una relación.
Podemos decir que la mentira entonces, atenta
contra la franqueza de la relación. Es una trasgresión al encuentro de esas
personas. Por eso es un factor disolvente en las relaciones.
Seguramente, a muchos padres/madres les
inquieta la actitud del niño,
que mintiendo rehuye los deberes, o sea "La disposición de conciencia" del que miente.
Como esquema general podemos decir que el que miente cambia la situación cuando la reacción
lógica le parece desventajosa, presentando
gracias a la mentira, una situación más favorable para él.
Desde el punto de vista del que miente, existen
muchas variantes para analizar:
Por ejemplo: Se puede mentir para evitar
una sanción por una falta cometida, para huir de un peligro.
Cuando se miente para disimular una acción
reprobable, se puede entender como un sentimiento de nostalgia por la
inocencia, una tentativa para escapar al sentimiento de
culpabilidad. Quizás se de en aquellos niños más necesitados de
protección en edades en que se espera de ellos más
responsabilidad.
En otras ocasiones: el que miente no trata de
ocultar, sino más bien busca ventajas. Es el caso del que miente para demostrar que es más valioso.
Puede hacerlo por ejemplo, con sus calificaciones en la escuela o con hechos
ejemplares que no ha realizado. Busca reconocimiento y utiliza la mentira para
lograrlo.
Podemos decir que uno de los beneficios del mentir
estaría dado por poder anticipar de alguna manera el éxito sin arriesgarse, eliminando
el factor sorpresa que no garantiza el
éxito de aquello que se quiere conseguir.
En los niños menores de tres y cuatro años,
podríamos hablar de pseudo-mentiras. Esta es una originalidad del pensamiento
infantil.
Si no las tenemos en cuenta como prefigura en un
estadio precoz, esto nos llevará a confundirlas por su aspecto
exterior, con las mentiras condenables moral y socialmente y a obrar
de un modo no adecuado.
Las Pseudo-mentiras y las
motivaciones
Desde la perspectiva del adulto
Las pseudo mentiras son como las mentiras,
afirmaciones contrarias a la realidad por lo menos a la imagen que el adulto
tiene de la realidad.
Es común que se presenten como afirmaciones o
negaciones improvisadas, tratando de invertir la evidencia, los datos de la
situación. Como el caso de un niño que ha sustraído un objeto, y dice que
el objeto que tiene en la mano, no lo ha tomado él, o acusa al hermano de
ello.
La
pseudo mentira tiene aparentemente, un carácter lúdico del cuál debemos
sospechar.
La imaginación está en juego muy
directamente. El niño obra conforme a sus deseos, con el fin de conseguirlos, y
también por su imaginación e imitación.
Si escucha que los padres dicen por ejemplo “Dí que no estoy”, al atender una
llamada, para que la cena no se enfríe, será posible
que responda a la pregunta de si se ha lavado las manos antes de
comer, que sí lo ha hecho aunque sea mentira, con el fin de que no se le enfríe
la comida. Pero puede ser que en este momento no esté experimentando que
está cometiendo una falta.
Nos parece que la imaginación puede ser
creadora, pero nos olvidamos de sus fuentes. La sugestión, la imitación,
el material primario, somos también nosotros, los adultos y nuestros
mensajes.
Muchas veces nos apresuramos en formular juicios, partiendo
sólo de evidencias externas, que tienen para nosotros una determinada
significación, pero que quizás no sea la que es para el niño.
Podríamos pensar que si un niño miente de un modo
impulsivo, con espontaneidad, y sin poder casi medir las
consecuencias, quizás esté en un primer momento del camino que deberá
recorrer hasta llegar a ser una persona con noción de falta y
responsabilidad. Los adultos tenemos previsión, pero los niños no nacen con
ella.
Cuando esto ocurra, podrá elegir obrar de un modo u
otro, y evaluar las consecuencias de lo que está haciendo. ,
Si nos conducimos con las pseudo mentiras como
si el niño fuera plenamente capaz de medir las consecuencias, de
seguir el trayecto pleno de su incidencia sobre su personalidad y
sobre sus relaciones sociales, o su sentido moral, nos adelantamos a
juzgar antes de acompañar, escuchar y guiar.
Desde
la mente del niño:
Desde otra perspectiva, si tratamos de entrar en la
mente de un niño,
Yo diría que a veces estamos frente a un niño que
"parece mentir".
Esta reflexión nos pueda servir para aprender a
esperar, no juzgar apresuradamente y diferenciar mentiras de pseudo
mentiras o sea de aquello que parece una mentira pero no lo es en sí mismo.
Para comprender y saber cómo conducirnos ante una
acción “mentirosa”, lo importante es detectar la motivación que activó dicha
mentira en el niño.
La mentira tiene mucho de imaginación, pero no
toda imaginación es una mentira.
Para que se hable de mentira, el que miente sabe
que engaña al otro.
Motivaciones del mentir o Pseudomentir
Podemos señalar que analizar y encontrar las
posibles motivaciones que llevan a un niño a mentir o a pseudo mentir nos
permite acompañarlo en el desarrollo o maduración afectiva con la idea de que
el intercambio modula y recrea.
Los niños pequeños ven muy ventajoso el beneficio
inmediato de la mentira o pseudo mentira porque aún no pueden anticipar tanto
las consecuencias.
Si un niño de dos ó tres años “miente” y se ríe con
nosotros porque somos cómplices de su “mentira” y nos reímos con él porque lo que dice es evidentemente una
mentira, está jugando con
nosotros y a través del juego, nosotros también podemos organizar, limitar
zonas, explicar.
También podemos decir que con una pseudo mentira un
niño puede buscar acercamiento afectivo.
Es el caso de una niña pequeña que decía vivir en la empresa donde trabajaba su
mamá. Lo que expresaba ¿era una mentira? O ¿a través de lo que contaba,
imaginaba una idea que le hacía sentir más cerca de ésta y además le permitía elaborar
la ansiedad que la invadía cada vez que la madre se iba al trabajo?
Con esta pseudo mentira o idea fantaseada podía
tolerar la ansiedad de separación y sentirse unida afectivamente a la madre en
su ausencia.
Hay mentiras con las que el niño se ha dado cuenta
que se asegura algo. Es el caso del
niño que miente porque sabe que así se evita un castigo, o aquél que dice no
tener tarea para asegurarse la tarde libre.
Otra
motivación muy importante y frecuente es aquella mentira que tiene que ver con el sentimiento
de grandiosidad. Es una mentira que les permite sentirse libres de la
humillación del sometimiento al adulto. Son los casos por ejemplo de niños que
dicen haber obtenido una buena calificación en la escuela, pero no para evitar
el castigo que ello podría ocasionar, sino para sentirse grandes y poderosos
frente a un sentimiento de humillación por el fracaso.
Parece difícil pensarlo pero estas motivaciones de
la conducta son inconscientes, y operan en el niño llevándolo a actuar de
determinada manera.
Muchas veces, los niños nos mienten a los adultos para evitarnos sufrir. Para evitar un daño. Tienen la idea de que algo nos hará sentir mal, y nos
mienten para evitarlo. Si comprendemos el móvil, nuestra actitud con ellos a la
hora de actuar será muy diferente.
Ejemplos
de diferentes motivaciones que activan la conducta mentirosa :
Tres
motivos diferentes para una misma conducta mentirosa :
Un niño niega que le hayan entregado las
calificaciones en la escuela:
1- Por temor al castigo.
2- Por
no disgustar a los padres, como forma de cuidado hacia ellos.
3-
Por no decepcionarlos manteniendo así su imagen frente a ellos.
Otro ejemplo, otra motivación:
Un niño es interrogado por su maestro frente a su
clase y responde que no sabe.
Por un sentimiento
de vergüenza puede decir que no sabe algo para no hablar en público cuando
en realidad sí conoce la respuesta.
Para finalizar,
aunque podríamos continuar enumerando motivaciones, lo importante es
destacar, que no es la "mentira" lo que hay que tratar en sí, ya que
la mentira es un medio. Lo que tenemos que intentar descifrar son los motivos. Debemos llegar al móvil de la mentira y trabajar sobre
ello.
Si tenemos en cuenta las motivaciones que conducen
a un niño a la mentira, podremos evitar ejercer “violencia” sobre él. Esta
violencia consiste en adjudicarle una intencionalidad y un sentido a sus
conductas sin tener en cuenta las verdaderas motivaciones que lo llevaron a
mentir. A partir de aquí, serán más adecuadas las medidas que tomemos y nuestra
intervención como adultos.
Publicado en
Boletín revista ConViviendo: Revista “ConViviendo”
Publicación one line del Grupo ConVivir Año IV Nº 24 Diciembre del 2007
Autora: Lic. María Elena De Filpo Beascoechea
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