Hablando de Seguridad, la propuesta desde la teoría polivagal es un modelo de seguridad y confianza desde la neurofisiología. Puede haber una creencia de que la seguridad se alcanza eliminando la amenaza, pero no es así. En realidad se logra con la sensación de estar a salvo, que podría parece lo mismo pero no lo es.
Hablando desde la
vida cotidiana, la sensación de estar a salvo se da por 3 elementos:
1) No debe estar en estado de defensa el sistema nervioso autónomo
2) Debe estar activo el sistema de conexión social, inhibiendo el sistema de Huida o lucha que se activan desde el sistema nervioso simpático.
3) Detectar signos o señales de seguridad, como expresiones faciales, tonos de voz, gestos o movimientos corporales positivos, etc) a través de la neurocepción.
Estos indicios de seguridad podrán limitar las reacciones defensivas.
Este rango homeostático logrado es llamado “La ventana de la tolerancia” (ver Ogden, 2006. Siegel 1999).
Lograr un entorno de seguridad en el ámbito terapéutico es una condición indispensable aunque no suficiente, para la eficacia en el tratamiento. Puede suceder que, el no tomar en cuenta determinados indicios perturbadores del estado de seguridad (como pueden ser en el ámbito del consultorio donde se lleve adelante la terapia, elementos perturbadores como ruidos de la calle, sistemas ruidosos de ventilación, ruidos de ascensores, voces, etc) se activen estados defensivos por medio de la neurocepción, que interfieran en el proceso terapéutico y del que deberemos tomar en cuenta.
1) No debe estar en estado de defensa el sistema nervioso autónomo
2) Debe estar activo el sistema de conexión social, inhibiendo el sistema de Huida o lucha que se activan desde el sistema nervioso simpático.
3) Detectar signos o señales de seguridad, como expresiones faciales, tonos de voz, gestos o movimientos corporales positivos, etc) a través de la neurocepción.
Estos indicios de seguridad podrán limitar las reacciones defensivas.
Este rango homeostático logrado es llamado “La ventana de la tolerancia” (ver Ogden, 2006. Siegel 1999).
Lograr un entorno de seguridad en el ámbito terapéutico es una condición indispensable aunque no suficiente, para la eficacia en el tratamiento. Puede suceder que, el no tomar en cuenta determinados indicios perturbadores del estado de seguridad (como pueden ser en el ámbito del consultorio donde se lleve adelante la terapia, elementos perturbadores como ruidos de la calle, sistemas ruidosos de ventilación, ruidos de ascensores, voces, etc) se activen estados defensivos por medio de la neurocepción, que interfieran en el proceso terapéutico y del que deberemos tomar en cuenta.